16
de marzo, la madre de todas las patrañas.
Realismo a lo Kafka en las Azores.
Bush, Blair y el garabato de un lechuzo
lanzan al mundo la flecha envenenada
El imperio del bien contra el eje
del mal. Primera parte.
20
de marzo. Luna llena sobre la media luna.
Dos cazas espejean en el llano,
la blanca luna roja
la arena tiñe en sangre tras su paso.
En
el imperio de la gran mentira,
un horizonte azul panavisión,
decorado sin trampa ni cartón
John Wayne cabalgando
en Pegaso
espoleando el cielo con las crines de acero,
la aurora brama fuego frente al televisor.
Señor, no Señor. Ardor guerrero.
Si ni la sangre ni el horror bastaran
-arena, barro y palma-
que el sol abrasador de todos los desiertos
derrita y fermente el semen fétido
de los generales del Pentágono.
Que estallen una a una en mil fragmentos
sus regias y aguerridas bolsas testiculares.
1 de abril.
Robocops
futuristas bebiendo cocacola
y el séptimo de caballería blindados.
Tras la bomba silenciosa del hambre
el motor de los B-52 ruge en Basora.
La sed ahoga.
Top
models de la
guerra hacen la pasarela
frente a una población civil sitiada.
¡Y cuánto más famélicas
estas democracias aerotransportadas
si hasta las voces de los propios pueblos
son causa de befa para sus gobiernos!
3
de abril. Mayoría absoluta servil en el Congreso,
Lady Macbeth con las manos manchadas.
Cuando el bosque se mueva,
más temprano que tarde volverá la conciencia
y la macabra danza del vientre desmembrado
bailará entre los dientes que hoy sonríen.
Mesopotamia, cuna de occidente.
Medialuna fértil de acadios, babilonios,
asirios, persas, árabes, judíos y cristianos.
Perros, pájaros, árboles,
mujeres, hombres, niños,
vidas que se cruzaron
con el fuego cruzado
de la nueva cruzada geoestratégica.
Los Jardines de Babilonia
cuelgan petrificados en museos de occidente
y las aguas del oriente bañan -conmoción y pavor-
las tierras que acunaban el Eúfrates y el Tigris;
ayer ríos fecundos y hoy aguas fecales
donde juegan a la guerra y maman los niños.
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En
Bagdad no huele a café, sino a terror y miedo
e, ironías del destino,
el derecho internacional ha sido masacrado
justo en el mismo sitio donde hace 39 siglos
Hammurabi acuñara el primer código
para impedir que el poderoso se tomara la justicia por su mano.
Arden mezquitas,
iglesias, sinagogas,
zigurats, templos de Júpiter y las Mil y una noches,
humean las escuelas y hospitales,
fibras, membranas, venas
y familias enteras calcinadas.
Músculos, nervios, tripas, miembros truncados,
sueños, todos acribillados.
Wall Street se embelesa paladeando la presa.
La bandera del
petróleo ondea
con las dos tibias y la calavera
de un muchacho iraquí.
Brent, la botella
de brent
canturrea el pirata
ex-alcohólico.
Antes de concluir la feroz carnicería
las comadrejas huronean el botín
y en las cancillerías las tarántulas tejen,
bajo el palio imperial,
el reparto de los beneficios.
Pero Mil y una
voces conciertan un acorde
tañendo las cazuelas, pulsando las aceras,
rompiéndole el compás a la cadencia
de la marcha militar global.
Galopa caballo cuatralbo,
jinete del pueblo que la tierra es tuya.
La luna ha comenzado a devorar el
sol
y las palomas asustan a las águilas.
Entre barras y
estrellas,
una mariposa, desorientada,
aún revolotea enredada en las barbas de Walt Whitman.
Habrá más inocentes,
pero no más ingenuos.
Somos los hijos de los hijos de la ira
los que gritan la paz por los cuatro costados.
Los que hoy se sacuden la rabia -vuestra rabia-
como perros mojados
quitándose de encima y, para siempre,
el fragor de mentiras
y la desidia de la desesperanza.
Hermana iraquí que
sueñas mis sueños,
hermano de la arena, sangre y pasmo,
esperamos que os llegue
nuestro más sincero aliento humano
porque este es el aire común que baña el globo:
primavera y arrullo de palomos
que, frente a los halcones de la Historia,
le cantan a la luna
desde cualquier balcón del orbe
y en todos los idiomas
NO A LA GUERRA.
Chusa Lamarca?
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