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Una de las principales características del texto impreso es su
linealidad.
El texto es una unidad finita, con un comienzo y un fin que se desarrollan linealmente
siguiendo una lógica de tipo causal. Para Aristóteles, una trama -o el modo en
que se disponen los elementos que forman la historia bien construida, tenía que
describir una secuencia fija con un principio y un final, y una magnitud de la
historia definida. Por su parte, el soporte papel no
permitía saltarse los límites de la página impresa, y la escritura y
lectura se
desarrollan línea a línea de arriba abajo siguiendo un orden secuencial
dentro
de cada página o página a página. Por el contrario, el hipertexto viene a romper
los límites espaciales de la página impresa al poderse desplegar en la
pantalla
y poder saltar -dentro de la misma o a diferente pantalla, no de arriba abajo,
sino horizontalmente. Además, el contenido secuencial del discurso escrito, paso
a paso, secuencia a secuencia, puede ser roto, ya que el hipertexto permite un acceso no lineal a la información por medio de saltos a través de los
enlaces, lo cual implica poder romper con un hilo discursivo
único y modificar la secuencia única como principio ordenador de la información.
Los teóricos de la narrativa hipertextual
han hecho hincapié en que tradicionalmente, tanto la
lectura como
la escritura, se han concebido como actos secuenciales, aunque a lo largo de un discurso o
en el proceso de redacción de un texto, tanto el orador como el redactor pueden
perder el hilo del discurso principal adentrándose en pensamientos relacionados
con la cuestión tratada o introduciendo digresiones que poco o nada tienen que
ver con el tema en cuestión. También han señalado cómo en
algunas páginas de libros y artículos, sobre todo en los de carácter científico, existen
muchas referencias que aportan información relacionada y también proliferan
las citas textuales y las citaciones de fuentes bibliográficas. Todos estos
hechos vendrían a corroborar, por un lado, que la mente humana no sólo funciona
de forma secuencial, sino por asociación, y que siempre han existido mecanismos
de escritura que pretendían plasmar esta circunstancia.
Para estos autores, la
organización hipertextual de un documento, en forma de red
construida mediante una serie de enlaces a modo de
puentes que asocian una información a otra, podría imitar esas
interrelaciones que se dan en nuestras ideas y
esto sucedería porque la mente humana es, por naturaleza, "hipertextual" ya que no podemos evitar poner
en relación conceptos, situaciones e ideas.
Lo cierto es, que la
disposición hipertextual lo único que hace es añadir nuevas funcionalidades a la
disposición secuencial tradicional del texto impreso en papel. El hilo
discursivo o argumentativo del lenguaje humano no deja de ser eminentemente
secuencial, aunque el discurso puede enfocarse desde un aspecto meramente
argumentativo o narrativo o, por el contrario, optar por un modo de discurso más
expresivo, asociativo, semántico, etc. Ambas cualidades, la función
argumentativa y la función expresiva, la sintaxis y la semántica, son partes
indisociables del lenguaje y de la mente humanas.
El hipertexto lo que permite
es dar saltos de un discurso a otro, o de
una información a otra
sin tener necesariamente que leer la información anterior y la cualidad de los
enlaces puede ser tanto de tipo semántico como
estructural. La estructura hipertextual le
permite al lector la posibilidad de moverse libremente por
un documento en función de sus propios intereses y acceder a un punto concreto
del hipertexto sin tener que leer todo el conjunto de la información ofrecida.
Lo cierto es que los
enlaces pueden
ofrecer tanto información semántica o asociativa, como también información
puramente sintáctica como método de organización de dicha información. El
hipertexto es, pues, una forma de
organización del conocimiento que proporciona un acceso multisecuencial a la
información.
El hipertexto nos
remite de una porción de texto a otra mediante caminos que se bifurcan y
ramifican y es, en
muchos casos, el lector/usuario quien elige la ruta a seguir. De ahí
que se hable de descentramiento, de la degradación de la figura del
autor y de la importancia del lector,
y de que la cantidad de información recibida
puede provocar sobrecarga y desbordamiento cognitivo puesto que los caminos de
exploración de los documentos son múltiples, y el lector puede llegar a
desorientarse si intenta adentrarse o profundizar en todos los niveles de
la red hipertextual. Sin embargo, en un hipertexto bien
estructurado y que ofrezca las
herramientas de navegación y búsqueda adecuadas,
la propia estructura de la información se convierte en una brújula o en un hilo
de Ariadna válido para cualquiera de las rutas o secuencias de información que
elijamos seguir.
Según
Landow, la cultura
letrada y el texto impreso se basan en centro, jerarquía y linealidad, pero el
hipertexto rompe esos principios teóricos y filosóficos y se decanta por el
descentramiento, la deposición de las jerarquías y, fundamentalmente, por la
derogación de lo lineal. El texto se despliega de forma discontinua, se fractura y se rompe mediante
los enlaces. El
hipertexto intenta reproducir, en parte, la navegación de nuestra memoria
mediante unos artificios mecánicos y lógicos, pero también, permite una lógica
de organización de la información distinta a la que registra la información
sobre papel. En
realidad, mejor que hablar de no linealidad, lo correcto sería hablar de
multisecuencialidad o multilinealidad, puesto que los distintos fragmentos de
texto son lineales y, aunque el hilo conductor que llega hasta ellos sea
discontinuo o bifurcativo, sigue existiendo una linealidad por más que las
secuencias a elegir sean múltiples. Como el propio Landow afirma:
"Los
nexos (enlaces) electrónicos unen fragmentos de texto internos o externos a la
obra, creando un texto que el lector experimenta como no lineal o, mejor dicho,
como multilineal o multisecuencial". La
definición de Nelson de hipertexto y su
énfasis sobre la no secuencialidad se ha demostrado problemática. Es por
eso que algunos autores como Landow hablen de multisecuencialidad y
multilinealidad. Espen Aarseth en
No linealidad y teoría literaria, ha analizado esta problemática y, según él, hubo una idea falsa detrás de esta nueva formulación
conceptual. Mientras Nelson, según afirma Aarseth, escribía sobre el hipertexto como
una estructura (que es una red topológicamente) y la oratoria (clara y
simplemente no lineal), los teóricos posteriores han estado escribiendo sobre
las lecturas de hipertextos (que como experiencias temporales son
inevitablemente lineales). Así, el hipertexto como estructura es no lineal, pero
puede haber un número infinito de múltiples lecturas lineales de él. Lo
que sí es cierto es que el hipertexto sí puede responder a un paradigma de
estructuración de la información no lineal, aunque la lectura sí acabe
siendo, en último término, lineal o multilineal (esto es, lineal con
alternativas). Sin embargo, lo que no está tan claro es que el hipertexto rompa,
necesariamente, con las jerarquías y las disposiciones y formas de ordenación
jerarquizadas, puesto que pueden diseñarse tanto hipertextos sin ningún tipo de
estructuración preconcebida sino por una mera conexión
de palabras relacionadas, como hipertextos en los que la información esté
fuertemente estructurada y jerarquizada.
En realidad, la linealidad tiene que ver tanto con la forma en que se diseñe la
estructura de la red hipertextual (que puede ser lineal o no lineal tanto en un texto impreso como en
un hipertexto), como con el soporte empleado y, en
este caso, las tecnologías anteriores a las tecnologías
informáticas,
digitales
e hipertextuales no permitían salirse realmente de la linealidad (libros,
casetes, películas y cualquier otro tipo de información analógica) ya que había
que explorar secuencialmente la información para poder llegar al punto que nos
interesaba. El soporte libro podía
estructurarse para leerse de forma más o menos lineal (como por ejemplo, un
diccionario o una enciclopedia con diferentes
entradas, que permitían una lectura multisecuencial aunque en el fondo, no
dejaban de tener una estructura lineal), mientras que los soportes digitales y
su lectura informática sí permiten una verdadera multisecuencialidad si
los diseñamos con características hipertextuales. La hipertextualidad nos
permite saltar de un texto a otro mediante un
simple clic de ratón a través
de un
enlace, navegar
por la información, acceder a ella de forma aleatoria y rápida, hacer
búsquedas e ir
directamente a la información que nos interesa sin pasar por
nodos, documentos o secuencias intermedias, etc.
Así pues, más allá de aspectos puramente
narrativos, la multisecuencialidad del
hipertexto responde a un modo de
estructurar la información y nuevas formas de acceso a ella. Por lo tanto, la
estructura del hipertexto tanto en lo referido a
los aspectos propiamente estructurales (forma de estructurar los directorios,
archivos y
documentos que conforman el hipertexto y que permiten establecer relaciones
entre ellos),
como a los navegacionales (formas y herramientas de acceso a la información y
navegación por los nodos de información contenida en los archivos y documentos)
y a los
puramente conceptuales (ya que la estructura del hipertexto
generalmente atiende a
una noción conceptual o temática determinadas), es la clave que
determina la multisecuencialidad.

Esta imagen, que muestra varias ventanas abiertas de un hipertexto, nos aporta una idea gráfica de qué es la multisecuencialidad del
hipertexto.
Bibliografía
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de Hipertexto. Paidós, 1997. [Volver]
CODINA, Lluis. El libro digital y la WWW. Madrid, Tauro Ediciones,
2000. [Volver]
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LEE, D.
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NUNBERG, Geoffrey. El futuro del libro
¿Esto matará eso? Barcelona, Paidós, 1998.
RODRÍGUEZ BRAVO, Blanca. El documento:
entre la tradición y la renovación. Gijón, Ediciones Trea, 2002.
RODRÍGUEZ DE LAS HERAS, Antonio.
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